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"Hijos de Dios"

  • phugo
  • 19 nov 2016
  • 2 Min. de lectura

Filipenses 2:15 Para queseáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios…

2 Pedro 1:4 Por medio de las cuales Él nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.


La expresión “hijos de Dios” es muy rica en significado. Implica que Dios verdaderamente ha nacido en nosotros y que nosotros poseemos Su vida y naturaleza.


Los cristianos a menudo dicen: “¡No soy más que un pecador que ha sido salvo por gracia!” Esta afirmación es cierta, pero es muy superficial si la comparamos con la revelación.


Cuando lleguemos a conocer la verdad de la Palabra, ya no diremos que somos pecadores salvos por gracia, sino que declararemos confiadamente: “¡Soy un hijo de Dios nacido del Espíritu!”


Si usted tiene la clara visión de que es un hijo de Dios, estará lleno de gozo, agradecimiento y alabanzas.


Ser hijo de Dios es infinitamente más elevado que ser hijo de un presidente o millonario.


En Filipenses 2:15, Pablo declara que debemos ser hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa. La generación en la cual vivimos es perversa, deformada y torcida. Sin embargo, nosotros, los hijos de Dios, debemos ser distintos. Debemos ser irreprensibles y sencillos, sin mancha. A fin de ser hijos de Dios, necesitamos poseer Su vida. ¡Que maravilloso es tener la vida de Dios! Todos los verdaderos hijos de Dios deben saber que poseen la vida divina.


Además de la vida divina, tenemos la naturaleza divina (2 P. 1:4) sin embargo, sabemos que como hijos de Dios participamos de ella y que dicha naturaleza está en nosotros.


Todos los seres vivos se comportan según su propia naturaleza. Todo lo que hacen proviene de su naturaleza.


Por ejemplo, un árbol de duraznos produce duraznos porque esa es su naturaleza. Sería absurdo pedirle a un árbol de duraznos que no produzca manzanas, sino únicamente duraznos. Sin embargo, en principio, esto es exactamente lo que sucede entre muchos cristianos.


Al exigir que otros se comporten de cierta manera o traten de cambiar por sí mismos, ellos olvidan que, como hijos de Dios, todos los hijos de Dios genuinos poseen la naturaleza divina. Simplemente permitamos que esta naturaleza nos gobierne y nos dirija. Todo lo relacionado con la vida cristiana debe hacerse conforme a la naturaleza de Dios.


Bendecidos!!


 
 
 

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