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Como Activar la Palabra Revelada.

  • hasenjo
  • 19 mar 2017
  • 3 Min. de lectura


1ª Timoteo 1:18-20. El apóstol Pablo declara que la palabra profética es un arma de guerra que debe usarse con una actitud combativa y militante en nuestra carrera cristiana.


Además nos enseña que las dos alas en que la palabra profética vuela libremente son la fe y la buena conciencia, las cuales son necesarias e inseparables para lograr el resultado que Dios quiere.


La palabra profética no se resume simplemente en un recado que Dios me envía por medio de una tercera persona, ni tampoco simplemente un sueño o visión que tuve; sino que es la revelación recibida por el Espíritu directamente de la Palabra escrita.


La palabra profética es un depósito divino puesto en mí ser interior, en la cual se halla encapsulado el poder necesario para lograr el propósito que Dios quiere realizar: EN MI y POR MEDIO DE MÍ. La palabra profética nada ni nadie puede impedirla que se cumpla, asi que el único que puede anularla, abortarla o alcanzarla soy yo mismo. El apóstol Pedro nos exhorta a estar atento para recibir y no descuidar la palabra profética, hasta que Cristo sea manifestado en nuestra vida


(2ª Pedro 1:19) El capítulo 11 a los Hebreos no fue escrito solamente para darnos una definición técnica y teológica de la fe; sino darnos una revelación práctica y profética de lo que es la fe, por eso, en lo que algunos han denominado la «galería de la Fe» se nos presentan una serie de personajes y episodios bíblicos, los cuales nos muestran como actuaron en fe, conforme a una promesa hecha por parte de Dios a sus vidas, obteniendo grandes beneficios, no solo para ellos, sino también para el pueblo de Dios a través de sus generaciones. Encontramos allí a Abraham, el «padre de los creyentes» que es uno de los más grandes ejemplos de fe del Antiguo Testamento. Aprendamos hoy, del patriarca Abraham cuatro principios fundamentales para activar la palabra profética:


1. CREERLE A DIOS, SIN SABER ¿DÓNDE? (2 Pedro 1: 8–10). Un excelso paradigma que nos enseña que la verdadera fe obedece para ver la recompensa. El ser humano hace a la inversa: quiere primero ver para creer. Creer no es un simple entendimiento natural de las cosas, sino un firme convencimiento espiritual, que me conduce a obedecer siempre EN y CON todo a Dios.


1.1. Romper con las ligaduras almáticas. Fue la fe en la Palabra de Dios lo que hizo que Abraham dejara su casa, para vivir como peregrino y seguir a dondequiera que Dios le guiaba. Que difícil es para muchos romper con las tradiciones culturales y religiosas, los vínculos familiares o costumbres de su tierra. Cuantas veces Dios nos está guiando a salir y cómo no sabemos «dónde» nos quedamos más de la cuenta y lo único que hacemos es empeorar las cosas. No «salir» es tanto o más problemático que salir sin permiso. Note que había una orden que necesitaba una obediencia inmediata y una revelación subsiguiente. Dios le iba mostrando el camino a Abraham, en la medida que él caminaba por fe y obediencia al plan divino.


Primero, tuvo que sepultar a su padre Taré en Harán, pues estaba retrasando el proceso (Gen 11:31-32).


Segundo, tuvo que apartarse de su sobrino carnal Lot pues le estaba generando conflictos (Gen 13:7-18). Me impresiona el versículo 14, que dice que Dios le habló después que se apartó de Lot. Las ligaduras almáticas pueden ser personas, lugares o cosas que nos impiden ver lo que Dios nos muestra y nos impiden oír lo que Dios nos dice.


Tercero, tuvo que echar a la esclava Agar y a su hijo Ismael nacido de una relación equivocada (Gen 21:8-21); pues el hijo de la libre (del Espíritu) y el hijo de la esclava (carne) no pueden convivir, (Gal 4:22-31). Fe es dar un paso de obediencia hacia lo desconocido, pero con la seguridad que no será en falso. Con Dios desconocido no es lo mismo que inseguro.


1.2. Romper camino donde no existe senda. Dios llamó a este hombre a abrir camino donde no había. A ser un pionero, un innovador. A ser padre espiritual de un nuevo pueblo.


La fe no pregunta ¿a dónde vamos? La fe confía en la promesa y obedece y sigue a quien camina delante, nuestro gran Dios. Cristo es el precursor “prodomos” de nuestra fe, quien nos abrió el camino para avanzar seguros. (Hebreos 6:20).


Es necesario entender que la revelación es progresiva, conforme vamos obedeciendo, conocemos más. Que fácil es recorrer el camino que otros han trazado. Dios nos desafía para abrir caminos en el desierto.


La tarea apostólica demanda sacrificio. Hoy nosotros estamos cosechando de lo que a otros les costó lágrimas, sudor y sangre.


Bendecidos!!


 
 
 

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